“La señora Dalloway decidió que ella misma compraría las flores. Sí, ya que Lucy tendría trabajo más que suficiente” (Virginia Woolf)
Cada vez es más frecuente encontrar mujeres que piensan en mujeres. Esta fascinación e interés por ahondar en la sensibilidad cercana del mismo género, nos atrae como las abejas son atraídas a las flores. Quizás esto se deba al olor de los matices intelectuales que emanan de esas obras, grandes obras, ya sean de la literatura, la música, las bellas artes, la danza; pero por donde ha pasado una mujer, el olor del detalle, de la particularidad, del intimismo, son inconfundibles.
Quizás esta sea una de las razones por las cuales se ha tratado de acallar la voz femenina a lo largo de la historia; ya sabían sobre el poder de este género y le temían a su alcance.
«Las mujeres no saben escribir, las mujeres no saben pintar,…¿por qué le importaba viniendo de él, cuando se notaba a leguas que no lo decía porque lo creyese cierto, sino porque de alguna forma aquello lo ayudaba?»[1] Tal vez, es sólo que aún no es perdonado el pecado original. Si ellas no hubieran cedido a la tentación, ¿el mundo fuera hoy solo felicidad y alegría?[2]. Pero la culpa cae rotundamente una y otra vez sobre Eva, y su imposibilidad de alejarse del conocimiento, como le fue orientado. Su amor por Adán y el éxtasis en el paraíso del Edén, no impidieron que buscara más allá de los placeres al alcance de su vista; aun conociendo las implicaciones de su irreverencia.
“Lamento de Eva u ¡Oh flores que nunca crecerán!”, es el tema seleccionado por Lera Auerbach, en esta obra para orquesta de 2019[3]. El “Lamento…”, fue solicitado como simbólica “carta de presentación”, también de otra mujer rebelde, creativa y soñadora que no teme pararse de frente a una masa de hombres y demandarles que “hablen” más fuerte o más bajo o por el contrario que guarden silencio hasta próximo aviso. Valiente mujer ésta que siguiendo la tradición de Dudarova[4], no teme exponerse a los temperamentos orquestales, sino que además reclama su rol dentro de la sociedad y el de otras similares a su condición, a través del arte y la metáfora de su lenguaje[5].
Sugerentes relaciones humanas, mujeres dirigiendo a hombres, cada vez más común en nuestros días y en las prácticas artísticas. En gran medida esto ocurre gracias a estas mujeres que escuchan voces de sirenas a lo lejos en un reclamo de expresión y de inclusión personal e intelectual.“La mujer es el ser que proyecta la mayor sombra o la mayor luz en nuestros sueños; vive de una vida distinta a la suya propia; vive espiritualmente en las imaginaciones que atormenta y que fecunda”.[6]
La señora Auerbach, es una mujer, rusa, poeta, compositora, escultora. La creación y la sed por el conocimiento también la han llevado a los límites personales de su género y de las relaciones patriarcales dentro del medio artístico.
El rol de “ángel de la casa”[7], no es para aquellas que se desvelan por los secretos de la creación o las relaciones numerológicas y místicas ocultas en los detalles más simples –aparentemente-, son otra especie de flores. De esas que no crecen al cuidado de un jardín, sino que se elevan en las cimas de las colinas, bajo mapas estelares, bailando furiosas danzas en vientos de pasiones y angustias internas.
En “Lamento de Eva u ¡Oh flores que nunca crecerán!”, Auerbach establece una cita con el “Paraíso Perdido” de John Milton[8]. Allí, Eva es abordada como un personaje irredimible que ha conducido a la pérdida del paraíso original, mientras son exploradas las nociones del mal y el sufrimiento bajo la vista de un dios “benevolente”. El cielo y el infierno también son explorados, no como espacios físicos sino como estados de ánimo, donde destacan la angustia, la desesperación, éxtasis y felicidad.
No es casual, la artista rusa escogiera como subtítulo la frase “¡Oh flores que nunca crecerán!”, pues las flores, han sido importantes para nosotros a lo largo de bastas civilizaciones debido a su fragilidad y sutileza, cargadas de los matices de bellezas más elevados. La estética, se ha regodeado en sus nociones conceptuales, analizando las caprichosas formas de sus tallos, el juego en sus colores, las morfologías y multiformidad de las hojas, las deliciosas fragancias de sus aromas, entre otras sustancias primigenias. Todos, elementos básicos de los sueños humanos que en gran medida han hecho del paraíso una noción sublimada de perfección en todas las culturas del planeta. Han devenido símbolos empleados para comunicar estados de ánimo, sentimientos, sensaciones, etc; también una alegoría al género femenino y una forma poética de espiritualizar la materia.
Con estas esencias son orquestadas las melodías que dan forma a esta pieza con inquietudes originarias.
En los primeros dos minutos de la pieza, escuchamos una introducción apocalíptica que descubre ante nosotros la escena del pecado y la inmediatez de sus consecuencias negativas. Claramente Eva ha sido manipulada por el venenoso satanás y ha arrancado un pedazo del árbol de la ciencia.
Una campana[9], metaforiza el tiempo en sus binarios y metálicos acentos. Avisa desde la altura que el pecado se ha cometido y emite su espiritual voz en señal de aviso contra la desobediencia y con ella desaparecen toda señal de seguridad, protección, alegría, certezas.
La sentencia esta dictada, es el fin del paraíso.
“¡Prohibida la ciencia! Esto es sospechoso e irracional. ¿Por qué les habría de envidiar su Señor, la ciencia? ¿Es un crimen saber? ¿Es acaso la muerte? ¿Existe tan sólo merced a la ignorancia? ¿Estará fundada su felicidad en esta prueba de obediencia y de fidelidad?”[10]
Luego de este momento, una atmósfera enrarecida de líquida ingravidez llena la obra. Toda seguridad y protección es ahora dolor, sufrimiento e incertidumbre. Asi queda expresado en ese hilo sonoro que canta el ondas Martenot[11] y que flota, como si fuera todo lo que hubiera quedado.
La autora le cede a este etéreo instrumento la “voz”, un hálito sonoro que perdura, donde todo el resto desaparece y el tiempo parece haber colapsado a las estridencias de las cuerdas y los metales. Este efecto provoca una sensación de ascetismo, trasladándonos a una cámara al vacío, a una escena de blanco sobre blanco[12].
En diálogos con Malevich, la pieza por momentos parece evadir todo rasgo representacional, buscando, sinestesicamente hablando una ausencia de color, de volumen, de profundidad, indefinición. Evoca una suerte de impresión de flotar, de ingravidez. Tal cual la abstracta pintura, la orquestación de algunas secciones en esta pieza, surte un efecto de sobreexposición de luz, donde el lienzo orquestal es invadido por el fondo blanco en simbólica referencia al infinito, a lo trascendental.
La música, como todo gran arte abstracto, parece mejor logrado su arte cuanto menos específica es en sus comentarios intrínsecos y cuanto más abierta es al simbolismo y a las alegorías que pueda producir en la imaginación sonora de un ávido espectador.
Se van acercando de esta manera los momentos más liricos dentro de la partitura, marcado como Nostálgico, para definir un carácter donde los armónicos flautando del primer violín y la delicadeza en los arpegios que lleva el arpa esboza delicadas figuras, cual origamis de flores de loto.
Estas frágiles facturas armónicas que la autora ha puesto en la partitura de manera muy clara, recrean un ambiente, vago, quebradizo, brumoso. Anota para esto, armónicos (flautando) en los violines[13], pizzicatos con vibratto en el contrabajo, glissandos lentos, entre otras indicaciones que tal como en la poesía, cada recurso empleado resulta en invencion de su creador. Lera, escoge cuidadosamente los términos que dirigen el trazo sonoro y expresivo de los matices que quiere para esta peculiar obra.
Asi, bajo estas delicadas formas comienza a insinuarse la silueta de aquella melodía creada por Purcell[14] ,“What can we poor females do”[15]. Lera comienza dibujando estas impresiones donde una vez creado el escenario aparece por primera vez las líneas de esta cita a la música de Purcell. Escrita originalmente para soprano, bajo y clave, es una antigua melodía -de cierto tono irónico-, que una vez más nos lleva hacia la mujer y su infortunado destino en la sociedad.
Como un recuerdo o un sueño, reaparece y murmura una y otra vez las melodías, sílabas de esta frase “Que podemos hacer las pobres mujeres”, que al mismo tiempo que se pregunta, se ve reflejada en forma de respuesta en la propia creación de Lera Auerbach. Muestra lo que es posible hacer a través del arte, llevar su mensaje liberador a otras mujeres creadoras.
Toma la autora a través de esta melodía metaforizada, una voz para establecer comentarios de corte feminista que podemos encontrar por vez primera, en el amplio catálogo de esta compositora rusa.
Esta cita, en forma de línea melódica, es referencia a lo largo de toda la obra. Desfigurándola y transformándola hasta llevarla a puntos irreconocibles de un cierto espectralismo, la propia autora apunta en las indicaciones de la partitura de manera muy específica que “las diferencias de color del sonido entre ordinario, flautando, sul tasto y sul ponticello, sea muy exagerado”. También dice “la expresividad en el gesto musical del glissando es más importante que la exactitud del tono”. Refiriéndose al vibráfono y a las campanas tubulares, anota que sean seguidas las marcas del pedal exactamente como están señaladas, y dice categóricamente “no limpiar la armonía”.
Para el uso del ondas Martenot deja un mensaje muy claro donde pone que “la pieza entera debe ser tocada con el anillo para conseguir un sonido trascendental y místico”.
En la cima del trabajo colorístico de esta pieza y su tratamiento sonoro, encontramos un apunte relacionado con el whaterphone[16], -maravilloso y místico instrumento-, donde dice la autora ,“la intención es crear los sonidos más extraños y de otro mundo” y termina que el “waterphone y otros instrumentos de percusión pueden ejercer libertad rítmica e interpretativa para crear un imaginativo y mágico paisaje sonoro”.
Con estas claras indicaciones de imaginar y soñar con un paisaje de otro mundo, invita Lera Auerbach a crear también a los músicos que se acerquen a su partitura y al tema del “Lamento de Eva u ¡Oh flores que nunca crecerán!”.¿Transmite esta obra la atmósfera de incertidumbre y de inercia de la mujer dentro de la sociedad?, ¿llegará a tener la mujer las mismas oportunidades artísticas y profesionales de los hombres?, ¿serán sus capacidades intelectuales tan valoradas como aquellas de las obras y los hombres más notables? Hoy día, los horizontes son un poco más amplios y cercanos a respuestas favorables para estas preguntas, pero no siempre fue asi para grandes obras escritas por mujeres.
Este tema, también fue el centro de interés de la ópera “Orlando”[17], basada en una novela de Virginia Woolf, llevada a la gráfica musical por la compositora austríaca Olga Neuwirth[18]. Una vez más, esta fue la primera obra lírica de una mujer que fue presentada en los 150 años de historia de la Opera Estatal de Vienna -la capital musical del mundo-.
“Un primer paso tardío que evidencia que aún queda mucho camino por recorrer”, según un artículo publicado en Opera Actual”.[19]
La ópera “Orlando: una biografía” y “Lamento de Eva u ¡Oh flores que no crecerán!”, tienen varios aspectos en común que acercan a sus autoras más alla del mundo de la composición musical. Es la inquietud por la visión de la historia sobre la figura femenina y como las obras de estas mujeres han sido silenciadas y menospreciadas por el mundo de los hombres.
Virginia Woolf tambien fue una mujer talentosa que expresó a través de su arte la represion.Dedicó su literatura a analizar y profundizar el mundo interrno femenino, sus estados de ánimo, sus angustias, sus carencias materiales y espirituales.La belleza de sus textos, su lenguaje poetizado y las delicadas alegorías que desarrolla en torno al espiritu femenino, la colocaron en la cabecera de la literatura feminista internacional. Sobresalen en sus obras “Orlando:una biografía”, “La señora Dalloway”, “Las olas”, “Al faro”, entre otras donde abundan la belleza, la sensibilidad, los matices intimistas y las metaforas llenas de detalles, con especial gusto por las flores y su naturaleza.No en vano surgen las alegorías en expresiones como “…!Oh flores que no crecerán!”, aludiendo a aquellas que no llegarán a la cima de su realización personal y profesional.
Bajo este sentimiento, escribe Lera los ultimos acordes en esta partitura única dentro de su basto catálogo,marcada por el sello de la exclusividad dentro los temas y preocupaciones que han interesado y motivado a la compositora. Nos llegan pues de este final desolador, melancólicas[20] brisas de este paraje que una vez fue el fastuoso paraíso y que ahora se desvanece como un espegismo ante nuestros ojos.
Nunca sabremos, si Eva se lamentaba de no tomar antes el fruto prohibido del árbol del conocimiento y despertar, cual en la Matrix[21], a la cruda realidad de este mundo terrible, despiadado, voraz, inclemente; pero en el que solo conociendo esto es posible apreciar las bellezas que esconde, los detalles más maravillosos e inesperados, los atardeceres más increíbles, los nacimientos más insólitos y hallar vida en los lugares menos impensados, que solo en este mundo y en el breve tiempo que se nos regala en él, es posible encontrar. Cada quien decide pues, cómo usar el tiempo que le fue “puesto en las manos”, unos se lamentan, mientras que otros piensan en mujeres…, tratando de descifrar las bellezas y maravillas que esconden.
Referencias:
- Virginia Woolf (1882-1941) “Al faro”. Escritora británica y una de las figuras más prominentes en la vanguardia modernista del siglo XX y de la voz feminista a nivel mundial. Integrante del grupo de Bloomsbury, importante círculo cultural integrado por literatos, artistas e intelectuales dentro de la sociedad londinense de entreguerras. Dentro de las obras más importantes de Virginia Woolf se encuentran las novelas La señora Dalloway(1925), Al faro (1927), Orlando: una biografía (1928), Las olas (1931), y su breve ensayo Una habitación propia (1929). También escribió una serie de ensayos que giraban en torno de la condición de la mujer, en los que resaltó la construcción social de la identidad femenina y reivindicó el papel de la mujer.
- Sigo aquí la idea de Jhon Milton sobre “justificar los caminos de Dios”, expresado en su libro “Paraíso Perdido”. Hace un cuestionamiento sobre las nociones del mal y del sufrimiento y cuestiona porqué un Dios “benevolente” permite esto cuando podría evitado.
- “Eve’s lament ‘O Flowers, That Never Will Grow”. Partitura de Lera Auerbach escrita para orquesta y estrenada el 24 de octubre de 2019 por la ORF Radio- Symphonieorchester Wien, bajo la dirección de Marin Alsop.
- Verónica Dudarova (1915-2009) La primera mujer que dirigió una orquesta sinfónica. Estuvo 30 año al frente de la Orquesta Estatal Sinfónica de Moscú.
- Me refiero aquí a la directora de orquesta Marin Alsop (Nueva York, 1956). Actual directora artística de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Viena. Directora musical de la Orquesta sinfónica del estado de Sao Pablo. En 2007 se convirtió en la primera mujer en dirigir una importante orquesta en Estados Unidos, me refiero a la Orquesta Sinfónica de Baltimore.
- Charles Baudelaire (1821-1867)
- Virginia Woolf. “La Señora Dalloway”, (Mrs. Dalloway) publicada en 1925.
- Jhon Milton (1608-1674) “Paraíso Perdido” (Paradise Lost) publicado en 1667.
- Metaforizada en el sonido de las campanas tubulares en la orquesta.
- Reflexiona Jhon Milton en la voz de satanás.
- Ondas Martenot. Instrumento musical inventado en 1928 por Maurice Martenot. Fue sargento, violoncelista y radiotelegrafista que descubrió las ondas que producían las vibraciones de los tubos radiales. El ondas Martenot está formado por un teclado, un altavoz y un generados de baja frecuencia. El sonido es producido por un anillo metálico que se coloca el intérprete en el dedo índice de la mano derecha. La posición del anillo frente a la nota del techado determinará la altura de la nota. Particularmente son interesantes y únicos los efectos de glissandos y vibratos que produce.
- Kazimir Malevich. “Blanco sobre blanco” (1918) Pintura abstracta, realizada en la técnica de óleo sobre lienzo.
- De forma peculiar otorga repetidas veces estos momentos de solo al segundo de los primeros violines en la sección de las cuerdas. Otro sugerente y simbólico mensaje de la autora, sobre el rol secundario y en segundo plano de la mujer en las sociedades patriarcales.
- Henry Purcell (1659-1695). Compositor británico que vivió y desarrolló su obra durante la época del barroco.
- “Que podemos hacer las pobres mujeres”. Partitura escrita por Henry Purcell para voz soprano, bajo y clave.
- Whaterphone. Es un instrumento musical acústico y atonal. Creado y desarrollado por el músico y compositor británico Richard Water. Se basó es un tambor de agua tibetano, de donde comienzan sus exploraciones en torno a este instrumento hasta llegar como tal a obtener el whaterphone.
- Virginia Woolf. “Orlando. Una biografía”. Es la sexta novela de Virginia Woolf escrita en 1928.
- Olga Neuwirth. (1968). Compositora nacida en Austria, en la ciudad de Graz. Estudió trompeta y luego composición. Estudió en la Academia de Música y Artes Dramáticas de Viena y en el Instituto para la música electroacústica y acústica. Posteriormente continúo estudios en el Conservatorio de Música de San Francisco con Elinor Armer y luego con Tristan Murail y trabajó para el IRCAM. Tuvo la oportunidad de conocer al compositor italiano Luigi Nono con quien compartiría numerosas ideas y de quien expresara quedar profundamente influenciada.
- Opera Actual. Revista digital referencial, especializada en ópera en castellano. https://www.operaactual.com
- Se hace referencia al título de la película de ciencia ficción de Lars von Trier “Melancolía”, donde se empleó el preludio de la música “Tristan e Isolda” de Richard Wagner. Hay cierta similitud entre la atmosfera de esta pieza y de aquella que contó John Milton, donde en analogía la Tierra es el paraíso y el planeta mucho mayor que lo absorbe, es nuestra sed de conocimiento y de conquistar el saber.
- Matrix. “The Matrix”. Película de ciencia ficción escrita y dirigida por las hermanas Wachouski. Estrenada en 1999.
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