“Stabat Mater” (del latín “estaba la madre”), ha sido uno de los temas literarios con mayor número de versiones, adaptaciones, creaciones y recreaciones musicales posibles en todos los géneros y formas a través de los siglos y las épocas. Ninguna otra mujer, ha sido tan glorificada en toda la historia humana. El controversial tema sobre la realidad de ¿quién fue María?, ha ocupado a los creadores más importantes de todos los tiempos y de la actualidad, a través de la literatura, la pintura, la música, la escultura, el cine, la danza, entre otros.
Aunque Lera Auerbach, no es poseedora de una profunda vocación religiosa, no deja de ser atraída por las figuraciones de esta enigmática mujer y por todo el simbolismo que la envuelve. Así, en 2005, crea sus “Diálogos en Stabat Mater”, sobre un tema de Pergolesi, donde intentó establecer un marco de intercambios entre el siglo XVIII y el XXI, a través del mismo tema. El desafío, también resultó en un cambio de medios, ya que era interés de su autora llevarlo a una zona más instrumental, más abstracta, aunque conservando el mismo espíritu de la obra original de Pergolesi:
«La imagen de la madre afligida es universal, al igual que el dolor, aunque sus expresiones pueden variar en función de los antecedentes culturales o religiosos».
Con este trabajo y su temática, al mismo tiempo muy personal, la autora ya concebía una puesta en escena donde pudiera ser recreada en mayores niveles, la vida y la historia de esta mujer universal, pero no es hasta principios de 2019, donde queda claro que la obra sobre la vida de María, debía ser un ballet. Visitando New York, Auerbach se reúne largas jornadas con Diana Vishneva, la gran bailarina rusa y debaten largo tiempo en el estudio de ésta, sobre la figura de esta mujer y la verdad detrás de su historia, más allá de lo que de ella se conoce. Allí, entre fascinación y complicidad, nace la idea de crear una obra escénico-danzaria llamada “María”. Así, en la idea conjunta de estas dos grandes creadoras y mujeres rusas, se define el destino de “Diálogos en Stabat Mater”, un obsequio de su creadora para esta puesta en escena en una visión más amplia, compleja, contemporánea y controversial de quien pudo haber sido realmente María.
Si hablamos de creación, de sacrificio, de búsqueda de la verdad, de identidad, es fácil entender este interés y fascinación por parte de estas dos grandes creadoras, también grandes amigas.
El ballet es uno de esos mundos fascinantes, donde la interpretación de personajes e historias, supone la creación de arquetipos y leyendas que marcan de por vida la carrera y la vida personal de sus creadores. Así, ha sucedido con grandes mujeres de la historia como el personaje “Gisselle”, de la cubana Alicia Alonso, el “Bolero” que inmortalizó a Maya Prinseskaya y así se espera de su sucesora Diana Vishneva con “María”, en esta coreografía de Goyo Montero.
Ahora bien, esta puesta, propone en su solo nombre, múltiples posibilidades y lecturas. Quizás, la santa virgen resuma la esencia y el aura espiritual legada por las sagradas escrituras y la religión cristiana, de aquella mujer virtuosa, sacrificada, amante y cuidadora eterna de sus hijos, de la familia; del hogar. Pero, podemos decir que este ballet se basa en la virgen ¿María Nazarena? madre de Jesús, o en ¿María Magdalena? «la mujer quien fue una pecadora» según los apóstoles o quizás ¿el más significativo de todos ellos?, “apóstol de los apóstoles” o tal vez, sencillamente ¿un diálogo entre todas ellas?.
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